El otro día me la jugué bastante pero al final me salió muy bien, os explico. A mi marido no le gusta celebrar nada, y nada es ni cumpleaños, ni Navidad, ni aniversario ni cualquier otra cosa, lo único que le hace ilusión es el aniversario de cuando llegó a Madrid.
Pues bien, ese aniversario fue el 13 de este mes y decidí prepararle una cena especial con sorpresa, aunque la sorpresa me podría haber costado cara porque preparé una ensalada con fruta, queso azul y otras cosillas. Lo cierto es que algunas cosquillillas por el estómago sentía mientras la hacía, porque pensaba que me la tiraría a la cara cuando la viese y me diría algo del tipo, “si llego a saber que me tengo que comer esto me quedo en Huelva”.
Cuando la vio no dijo nada, sólo sonrió, algo que en una persona tan irónica como es él nunca se sabe si es bueno o no. Primera prueba superada (no me la tiró a la cara), ahora queda sentarse a la mesa…
Al empezar a comer me pareció ver que hacía un leve asentimiento con la cabeza y me dije que la superación de la prueba más dura estaba en camino. Mientras comía no hizo referencia alguna a si le gustaba o no. Cuando acabó me dijo, “está buena, pero el plato es escaso, para la próxima vez en cuenco de cristal”.
Sinceramente, la ensalada está buenísima y ya, con la aprobación de mi sufridor, os puedo dar la receta y la casi certeza de que os encantará.
Ingredientes (4 personas):
• 2 granadas.
• 150 g de queso azul.
• 1 lechuga hoja de roble grande.
• Canónigos.
• Unos 50 g de nueces ya peladas.
• Aceite, vinagre y sal
Elaboración:
Lavamos bien las lechugas y escurrimos.
Colocamos una cama de lechugas en el recipiente donde vayamos a servirla.
Troceamos el queso y esparcimos por encima de la lechuga.
Añadimos las nueces troceadas.
Desgranamos la granada (aquí podéis ver cómo desgranarla de una forma fácil) y echamos los granos por encima de la ensalada.
Por último, aliñamos justo en el momento de servir. A mi me gusta preparar el aliño todo junto en un vaso, revolver bien y luego añadirlo a la ensalada.
Podéis hacerla en un cuenco grande y luego servirla a cada comensal, o poner directamente el cuenco a alguien, como en el caso de mi marido.
O también podéis prepararla individualmente, en cada plato donde vayáis a servir la comida, lleva un poquito más de tiempo pero siempre queda mucho mejor presentada.
Para una cena con invitados es perfecta.
Está deliciosa, queda muy vistosa, es fácil y rápida de hacer, la podéis tener preparada con tiempo, a falta sólamente de aliñarla a la hora de servir, vamos, que son todo ventajas. ¡Y quedaréis estupendamente!
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